Herencia maldita

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

herencia maldita

Mi tío, el vizconde de M[1]., luego de llevar una vida de calavera, como correspondía a uno de los descendientes de los grandes señores del Ancien régime, decidió heredarme toda su fortuna bajo la única condición de que la malgastara: caso contrario el Ratón Malvado recibiría todas las maldiciones de su estirpe, además de morir en la guillotina. Seguir leyendo

Acerca de los concursos gastronomicos

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

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Cuando contemplo las fotografías de sir Winston Churchill siempre me digo que un día de estos debería lucir así de satisfecho y orondo, todo un bon vivant, y no es que me falte mucho. Lo cierto es que resulta inspirador saber que el tío consumía alrededor de nueve puros diarios y una botella de whisky diariamente, se servía una cena pantagruélica y todavía se dio tiempo para escribir deliciosas páginas históricas, pintar algunos cuadros y de paso salvar lo que quedaba del Imperio Británico. Seguir leyendo

En búsqueda de una imagen

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Por: Elko Omar Vázquez Erosa

En tanto que Voluptuosidad es la palabra se ha vuelto un vicio, sobre todo entre las altas clases sociales, el titular del susodicho blog se ha asesorado para encontrar la imagen que más le conviene, por lo que ha viajado a la ciudad de Nueva York, entrevistándose con los más prestigiosos fotógrafos, quienes le han dado tres opciones, a saber (ignoramos la foto fresona de arriba, que carece de carácter): Seguir leyendo

Una fiestecita literaria

una fiestecita literaria

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Mientras escuchábamos música de las axabebas Omar Khayyam y yo, cómodamente recostados en unos divanes deliciosos, bebíamos vino para, ocasionalmente, aspirar el humo perfumado del narguilé, que nos servía una de las doncellas que él había traído consigo. El poeta persa y un humilde servidor admirábamos la siguiente escena: Seguir leyendo

Instrucciones para joder a Alberto Espino

Durmiendo la mona en el Municipio.

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Todo comenzó cuando llegué muy desvelado al trabajo, para variar.

Había un cheque enorme de esos de plástico que salen en la tele en ceremonias lacrimosas donde el alcalde le entrega un dinerín a una familia pobre y esas cosas, ya sabéis, y todo lo que yo quería era dormir sobre ese chisme, pero Dios no endereza jorobados ni cumple caprichos y se me apareció Juan Diego en calzones: Seguir leyendo

Obsesion por la fragancia

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Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Cuando llegó mi cigarro electrónico, un itaste CLK 1280, me pareció que tenía entre mis manos una bellísima pieza de alta tecnología, algo que sólo podía provenir del futuro.

El claromizador contaba con una boquilla transparente que lanzaba reflejos cristalinos y que se adaptaba perfectamente a la batería, en la que convivían tonos cromados y un esmalte aperlado herido por líneas que semejaban circuitos y extrañas figuras geométricas. Seguir leyendo

Nunca mandes flores

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Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Entre las peores estupideces que un enamorado en etapa de cortejo puede realizar se encuentra la de mandar flores. Si al ingenuo lector le ha pasado por la cabeza cometer tamaña barbaridad originaria de la Edad Media, cuando los cruzados trajeron las rosas del Medio Oriente y muy probablemente fueron recibidos con un: “¡Estúpido! ¿Ése es todo el botín que le arrancaste a los paganos? Bien le decía mi madre a mi padre: ¡no cases a tu hija con uno de los condes de la Cerda, que son todos unos imbéciles!”, sería mejor que se pusiera a leer El ruiseñor y la rosa, de Óscar Wilde. Seguir leyendo