Por: Ramón López Velarde
Ya que tu voz, como un muelle vapor, me baña y mis ojos, tributos a la eterna guadaña, por ti osan mirar de frente el ataúd;Seguir leyendo
Por: Ramón López Velarde
Ya que tu voz, como un muelle vapor, me baña y mis ojos, tributos a la eterna guadaña, por ti osan mirar de frente el ataúd;Seguir leyendo
Por: Pedro Salinas
¿Serás, amor, un largo adiós que no se acaba? Vivir, desde el principio, es separarse. En el primer encuentro con la luz, con los labios, el corazón percibe la congoja de tener que estar ciego y sólo un día. Amor es el retraso milagroso de su término mismo: es prolongar el hecho mágico, de que uno y uno sean dos, en contra de la primer condena de la vida. Con los besos, con la pena y el pecho se conquistan, en afanosas lides, entre gozos parecidos a juegos, días, tierras, espacios fabulosos, a la gran disyunción que está esperando, hermana de la muerte o muerte misma. Cada beso perfecto aparta el tiempo, le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve donde puede besarse todavía. Ni en el llegar, ni en el hallazgo tiene el amor su cima: es en la resistencia a separarse en donde se le siente, desnudo, altísimo, temblando. Y la separación no es el momento cuando brazos, o voces, se despiden con señas materiales. Es de antes, de después. Si se estrechan las manos, si se abraza, nunca es para apartarse, es porque el alma ciegamente siente que la forma posible de estar juntos es una despedida larga, clara. Y que lo más seguro es el adiós.
Salinas, Pedro. De amor. Mondadori. 1998. Madrid, España.
Por: Michael Ende
—Los caminos de Fantasia —dijo Graógraman— sólo puedes encontrarlos con tus deseos. Y sólo puedes ir de un deseo a otro. Lo que no deseas te resulta inalcanzable. Eso es lo que significan aquí las palabras «cerca» y «lejos». Y tampoco basta con querer marcharse de un lugar. Tienes que querer ir a otro. Tienes que dejarte llevar por tus deseos.
Por: Efrén Rebolledo
Ruedan tus rizos lóbregos y gruesos
por tus cándidas formas como un río,
y esparzo en su raudal crespo y sombrío
las rosas encendidas de mis besos.
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Desperté,
con una sonrisa en los labios
de irónica nostalgia.
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Atenea,
estampaste en el cielo,
al filo de la aurora,
tu firma incandescente.