Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Cuenta Cicerón, o Séneca, no me acuerdo y qué flojera volver a leer tamaños tratados aburridísimos[1], acerca de un hombre voluptuoso que, viajando a bordo de una litera en la que bebía vinos deliciosos, preguntaba a sus esclavos:
—¿Estoy parado o estoy acostado?
Luego de esa anécdota digna de Wilde el aguafiestas de Cicerón o Séneca (ya os dije que no recuerdo) continúa con una pesada disertación acerca de la virtud y otros soporíferos. Seguir leyendo