Por: Elko Omar Vázquez Erosa
El día fue abrumador para Enrique, los clientes no cesaron de gritar, pero al fin llegó la hora de volver a casa. En el camino rentó una película, compró unos cigarros y no se detuvo hasta alcanzar su meta.
Enrique abrió la puerta para encontrarse con que su esposa e hijos se habían transformado en puercos; era más de lo que podía soportar y estalló furioso.
—¿Qué? ¡Yo rajándome la espalda en la tienda y ustedes ya se lo tragaron todo! ¡Me dan asco!
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