Por: Luis Octavio Legarreta Talamás
La aldea de Elen Luin se preparaba para decir adiós al caluroso verano y recibir el otoño, los pastizales rebosaban de un verde avivado por las pequeñas gotas de rocío que dejaba la niebla proveniente del bosque de Crussellas, los arroyos bajaban saltarines jugueteando malabares con las piedras y los huertos estaban rebosantes de fresas, maíz, zanahorias, patatas, uvas y sobre todo de calabazas. Seguir leyendo