Cuasipoemas: un blog de camafeos encantados

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Cuasipoemas un blog de  camafeos encantados

El blog del bardo Eric Urías Romero, “Cuasipoemas”, se nos antoja como un estuche de camafeos virtuales y encantados que son una delicia audiovisual toda vez que constan de imágenes sugerentes en blanco y negro (fotografías e ilustraciones), encerradas en unos círculos que interactúan con el lector quien al posicionar el cursor sobre estos diseños descubre que se iluminan de vivos colores o adquieren mayor nitidez.

Si damos doble clic accedemos, como quien pronuncia un hechizo, al poema secreto de cada camafeo, así como a la lectura que hace el propio autor de sus composiciones, todas ellas dedicadas a un amor doloroso que no ha llegado a concretarse. Se trata de reflexiones plenas de nostalgia:

 Como los cuervos

“Debo asimilar que sólo
te gustan mis textos,
no mi persona”.

Tras kilómetros de letras
transcurridos con mis versos,

creí poder cantar como los ruiseñores,
ser libre como las mariposas,
transmitir confort como los canes,
entretejer sueños como las arañas,

empero,
sólo logré causar temor como los cuervos.

Eric recurre constantemente al  uso de epígrafes, que señalamos entre comillas para esta breve reseña, mismos que sirven como clave para descifrar el resto del poema:

El nombre del juego

“De tu mirada surgió mi caos
y me tiñó de esperanza”.

Me adentré en tu invierno,
esperando escapar de mis otoños.

Crucé la ruta
que va del vacío a la nada,

tomé el camino sin atajos,
pero con la mira
constante en el retrovisor.

Nostalgia
es el nombre del juego,
nostalgia hasta de tu desamor.

El leit-motiv o motivo recurrente de estos breves poemas es la imaginación sobre aquello que no fue y la  forma en que podría haber sido a la luz de su intensa pasión:

Alexitimia

“Y por no dejarte escapar,
te contuve entre mis versos”.

Si en ese último abrazo que nos dimos
mis manos te hubieran recitado
cada uno de mis textos,

seguramente
no hubiera sido el último.

Marzo es una fecha clave de ese amor que se transfigura y perpetúa en las palabras ardientes del insomnio:

Ráfagas de marzo

Sin rastros
de resiliencia,

el viento se llevó todo…
casi todo,

menos
mi dolor.

Y es que el poeta es experto en llenar el vacío con fantasmas, con la imagen de la mujer amada que poco a poco se convierte en una criatura etérea, distante y cercana al mismo tiempo:

Persistente

Y me aferro al sin sentido
de escribirte
aunque ya no me leas…

El dolor, que hace reflexionar al artista, se torna cósmico e impregna todos los rincones de la realidad, del continuum espacio-temporal.

Evolución

“Desde el inicio de los tiempos,
amada zurda,
en pos de tus pasos”.

“Para al final,
sólo coincidir
en ser carne y huesos”.

“Tú con él
y yo amando tu recuerdo”.

En el principio
fuimos uno mismo,
partículas subatómicas
que formaban
una infinitésima parte del todo.

Tras el Big bang
átomos a la deriva,
incitados como energía inestable,
radiación residual
de la gran onda de choque.

Con el pasar de los eones
fuimos polizones en un aerolito,
ingrediente principal
del caldo de cultivo,
simientes
de los seres unicelulares.

Después de milenios,
anémonas radicales,
que danzaban, en el surgimiento
de un planeta en ciernes.

Al sucederse las eras,
carnívoros
dominados por sus instintos,
primates
en la búsqueda de un propósito.

En el perecer de los siglos,
homo sapiens hipersensibles
tras la senda de la eternidad.

El oficio del poeta es nombrar, evocar los seres y las cosas con la magia terrible de las palabras:

Nombres

Hay nombres que se guardan en agendas,
unos tantos en llanas postales,
escasos son los que yacen en misivas.

Hay nombres que conllevan ausencia,
algunos cuantos que saben a dolor,
abundan los que segregan recuerdo.

Hay nombres que suenan a suspiro,
algunos otros a tormenta,
muchos tan sólo se desvanecen en el aire.

Hay nombres que estremecen como un rayo,
unos pocos que nunca se diluyen
y, rara vez, alguno se tatúa en el alma.

Hay nombres imposibles de extirpar,
como esquirlas incrustadas
a la siniestra de tu pecho.

Hay nombres
y el tuyo.

Pero a veces amar con toda el alma no es suficiente porque el arte y la voz no alcanzan al otro, que permanece como una isla, con una fortaleza inexpugnable:

Intrínseco enemigo

¿A qué tienes miedo?
A perder el control de tus emociones,
tú que eres una control freak,
créeme no es tan malo,
lo hago desde hace tiempo.

Que te lastime como tus padres lo hicieron;
algo insuperable, aun con años de terapia
y por eso la abandonaste,
ten la seguridad que eso nunca pasará.

Que me esfume como viento,
sabes que si dices sí,
siempre estaré a tu lado,
calentando tus sentidos
y afogando tus resquemores.

O quizás,
tu temor más grande, es que yo sea real,
que te amé
más allá de todo lo que habías advertido
antes de conocerme
y que no sepas manejarlo.

Al parecer
lo que te sobrecoge no está dentro de mí,
sino en ti.

Y al final al poeta sólo le queda callar:

Silencio

No sé por qué sigo buscando
una respuesta tuya
cuando tu silencio
es tan elocuente…

Eric Urias Romero nació en Ciudad de México en 1978, es ingeniero en Telecomunicaciones, egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y maestro y doctor en Economía por la UNAM; administrador y precursor de Cuasipoemas (blog: https://ericurias.wordpress.com/), publicó su primer libro en 2014: Cuasipoemas de bolsillo. El año pasado dio a conocer su segundo poemario, con el apoyo de LUHU editorial, Cuasipoemas para una reunión bizarra.

 

 

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