Por: Luis Arcas González
1 de agosto de 2018
Bajé a ese submarino con un mal presentimiento.
Los primeros dos días de navegación no me estresaron mucho.
El capitán, de origen ruso, el señor Secey Morozov, fue muy amable conmigo, invitándome a lo que llamaba «comedor de invitados», aunque miraba mis pechos con fruición, claro que el resto de la tripulación también. Tendré que descartar mis vestidos de balconcillo. Seguir leyendo