Recorriendo «Cantos de vampiros»

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Por: Elko Omar Vázquez Erosa

En su ensayo La decadencia de la mentira el maestro Óscar Wilde, a quien no  nos cansamos —ni nos cansaremos— de citar, afirma: “Ningún gran artista ve las cosas tales como son en realidad. Si las viese así dejaría de ser un artista”[1]. Más adelante agrega: “si desea usted ver un efecto japonés, no vaya como turista a Tokio. Por el contrario, quédese usted en casa y entréguese de lleno a la obra de ciertos artistas japoneses, y entonces, cuando haya usted asimilado el alma de su estilo y captado su visión imaginativa, vaya una tarde a pasearse por el Parque o por Piccadilly, y si no ve usted allí efectos absolutamente japoneses, no los verá en ningún otro sitio”[2].

Ante la imposibilidad momentánea de tomar un avión y partir a Transilvania en busca de las musas oscuras decidí emprender varios paseos por las calles y los parques durante las frías madrugadas, libreta en mano y equipado con audífonos para escuchar música siniestra, lo que me permitió escribir Cantos de vampiros (Carmina vampirorum).

Éste fue el primer libro que publiqué sirviéndome de una impresora a chorro de tinta que había comprado de medio uso.

Adicionalmente me permití el enorme placer de destripar y practicarle la autopsia a un libro de los Testigos de Jehová, que hasta entonces equilibraba una mesa coja en la bodega, y con el auxilio de varias pintas de brandy —mismo que obra maravillas— aprendí a coser cuadernillos, además de que me quedó un excelente material para encender el boiler.

Armado de hilo y aguja mi papá me ayudó en el proceso, que dio como fruto 250 ejemplares, hoy prácticamente imposibles de encontrar.

La fotografía de la portada la realizó mi amigo Engelbert Grijalva, a partir de una idea mía. Lamentablemente la impresión de la portada de aquella primera y ranchera edición (1999) no fue muy buena.

El libro se divide en tres ambientes o capítulos, a saber: El ritual de los amantes, A la llegada de los sueños y Tras las huellas de la luna. Cada uno de estos subtítulos se engalana con una fotografía de mi amiga Minerva Correa, cuya belleza con ecos orientales capturó Juan Campos en el cementerio de Dolores, donde fungí como chalán. Esta vez recibimos la ayuda de varias latas de cerveza, que hábilmente ocultamos entre el equipo fotográfico.

El primer ambiente (El ritual de los amantes) abre con una breve composición que combina pentasílabos y heptasílabos:

Amanece de noche
para el poeta,
para el vampiro,
para el amante,

para todos aquellos
quienes cifran la espera
en un rostro de luna,

en un rostro de muerte
con destellos de plata.

A lo largo de este capítulo encontraremos poemas en verso libre que abordan en su mayoría el asunto de los amores desgraciados y destructivos, como en el siguiente fragmento:

Somos criaturas sin juicio:
un día nos despedazaremos
con pretextos de luna.

El segundo ambiente (A la llegada de los sueños) explora paisajes oníricos, vecinos del mito y la leyenda:

Extraviada en las montañas
donde suspiran los murmullos
de viejas religiones
perdidas en el tiempo
—ilusiones de la nieve y del cansancio—
espectros fríos encerrados en el hielo.

Los poemas están habitados por espectros, vampiros y ruinas sugerentes, melancólicas:

A veces despiertan
las sombras, de nuevo…
y beben, y ríen, y aman;

pero viene la luz
y rasga las fantasías
que tejía la luna;
y el cansancio las vence
otra vez.

Tras las huellas de la luna es el tercer ambiente de este librito y viene a subir un poco (sólo un poquitín) el tono de las imágenes sangrientas, necrofílicas y opresivas:

Subió las escaleras entre el polvo,
una luz enferma
alcanzaba a colarse por el vitral
mientras el silencio permanecía
enntretejido con las telarañas.

Si deseas presumir de persona culta y de inmejorable, aristocrático gusto, además de volverte el centro de las reuniones, Cantos de vampiros se encuentra disponible en versión digital[3] (para que lo traigas en tu celular, tablet o pc) por un precio realmente simbólico en la Edición Kindle. La versión impresa la puedes obtener en Edición Bubok


[1] Wilde, Óscar. Obras completas. Aguilar. Estado de México, 1991. p. 987

[2] ídem. p. 987

[3] Toma en cuenta que tienes que bajar el Kindle Reader, programa gratuito.

4 respuestas a “Recorriendo «Cantos de vampiros»

  1. Elko, con todo respeto y admiración sincera por tu obra literaria, debiste comentar que un servidor te difundió tu obra a través de El Heraldo de Chihuahua y que acudí al Instituto Chihuahuense de la Cultura con el fin de que este poemario no se quedara bajo el colchón -trabajo acucioso y manual realizado por ti y por tu señor padre don Carlos Vázquez Loya-. «Cantos de Vampiros» se presentó gracias a la esmerada y noble atención del arquitecto y maestro Ramón Antonio Armendáriz un 8 de junio del año 2000.
    Los créditos son fuente de honradez. Un abrazo.

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  2. De ti, sí, pero nunca de tu obra…
    Un día volveremos a charlar en entresijos; tú, con whisky, y yo, con ginebra (deleitándonos con The Cure y Depeche Mode, respectivamente).

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  3. Pingback: Descarga “Cantos de vampiros” | Voluptuosidad es la palabra

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