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Por: Elko Omar Vázquez Erosa
En su ensayo La decadencia de la mentira el maestro Óscar Wilde, a quien no nos cansamos —ni nos cansaremos— de citar, afirma: “Ningún gran artista ve las cosas tales como son en realidad. Si las viese así dejaría de ser un artista”[1]. Más adelante agrega: “si desea usted ver un efecto japonés, no vaya como turista a Tokio. Por el contrario, quédese usted en casa y entréguese de lleno a la obra de ciertos artistas japoneses, y entonces, cuando haya usted asimilado el alma de su estilo y captado su visión imaginativa, vaya una tarde a pasearse por el Parque o por Piccadilly, y si no ve usted allí efectos absolutamente japoneses, no los verá en ningún otro sitio”[2]. Seguir leyendo
Destinatario: Voivoda Vladimir Vlad Dracul, castillo Poenari, Rumania.
Remitente: Elko Omar Vázquez Erosa, Chihuahua, México.
Queridísimo Vlad:
Antes que nada un afectuoso saludo. Espero no interrumpirte mientras empalas a alguno de tus enemigos en los calabozos de tu encantador castillo, donde pasamos tantas noches deliciosas escuchando los alaridos de los turcos al tiempo que cenábamos plácidamente, tú con una copa de sangre y yo con varias botellas del tokay de tus magnificas bodegas y ese pollo asado que tantos elogios mereció de Jonathan Harker.