Por: Elko Omar Vázquez Erosa
I
—Hijo, bájale a las tortillas: te estás poniendo gordo —dijo mi mamá y yo me enojé.
—¿Qué? ¿Gordo yo? ¿Pero qué te pasa, mamá?
—Bueno… llenito. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
I
—Hijo, bájale a las tortillas: te estás poniendo gordo —dijo mi mamá y yo me enojé.
—¿Qué? ¿Gordo yo? ¿Pero qué te pasa, mamá?
—Bueno… llenito. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Papá era casi tan guapo como yo: diríase una versión morena clara de este Apolo redivivo. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
La casa… transida de silencios, de los silencios y las sombras que van tejiendo las nubes pesadas y negras: los figurines callados que se encuentran, llenos de polvo, en el dintel de la ventana, o sonríen, o lloran, o meditan en vano, congelados en un instante que se perpetúa en sus formas de cerámica. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Mi bisabuelo por parte de padre, don Carlos Vázquez Torres, era un viejo de los de antes, de esos que ya no hay: un patriarca seco, enjuto, de cabellos y bigotes rubios, con un rostro perenemente adusto. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Me encanta fastidiar a los burgueses[1]. Me temo que un día de estos me van a matar por ello. Mientras tanto os divierto:
Todo ocurrió en Temósachi, estaba yo muy ebrio y acababa de leer a Mafalda. Merced a una situación que se explica mediante la física cuántica (un día os explico esas fascinantes teorías) me vi de pronto en una habitación sombría de paredes gruesas, de piedra. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
A mi prima Laura le dio por el misticismo y a cambio de no sé qué favor celestial prometió peregrinar hasta la capilla de Santo Niño, ubicada a varios kilómetros del rancho El Refugio, para encender una vela al pie de la milagrosa imagen. Laura me pidió que la acompañara. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Para variar estábamos sin blanca, pues como diría mi padre:
—Si a ustedes los filósofos, soñadores y poetas alguien los sacudiera agarrándolos de los tobillos, sólo les saldrían cinco pesos para el camión, un trozo de lápiz y un peine inexplicable. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
I
—Quiero ir al rancho. Sería una experiencia maravillosa para los niños —dijo mi tía Pilar, quien se encontraba de vacaciones en Chihuahua. Los rostros de mis primos, Alejandra y Rodrigo, se iluminaron, igual que el de mi hermana Karla. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Me encontraba en Temósachi caminando a orillas del arroyo, deteniéndome en las ruinas de adobe, en los puentes derruidos y en todos los paisajes sugerentes para escribir poemas de gusto trasnochado. Finalmente el cansancio hizo acto de presencia y saqué la parrilla portátil, un paquete de salchichas y una botella de tequila. Junté varias ramas y encendí una hoguera mientras fumaba, contemplando la naturaleza. De pronto un hombre de negras barbas y larga cabellera, que vestía un poncho, salió de entre los árboles: Seguir leyendo