El güero de los burros

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Tengo un vecino que a veces me ve pasar, cuando voy hacia el Oxxo: lleva como año y medio dizque armando un negocio: destrozó el frente de la casa que está rentando poniendo un tinglado de tablas y un techo de lona.

—Se lo va a llevar el viento, ¿sabe? Aquí en Chihuahua no es como en Sinaloa, que puede usted poner una palapa chafa: aquí cuando llueve, llueve; cuando cae nieve, cae nieve; cuando hace sol, raja tablas.

—¿Qué chingados vas a saber tú?

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El Cinturita

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Carlos Miguel Gutiérrez (cómo le encabronaba que le dijéramos Gutierritos), indio de a madre, se sentía hecho a mano porque era delgado y tenía una cintura muy definida, misma que aderezaba con un cinturón militar que llenaba de bastoncillos retráctiles (PTR), de esposas, de gas pimienta y de su Libro Vaquero; para entonces yo tenía un negocio, un kiosco de lotería en Soriana Saucito y si bien el baboso me veía llegar, todos los putos días, a abrir el changarro, el bato siempre me pedía identificación y mi clave de locatario. Seguir leyendo

El horrible caso del doctor Carvajal y su extraordinario informe de los espeluznantes androartrópodos

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

En vista de los hechos catastróficos que amenazan a la especie humana y en mi calidad de testigo “privilegiado” de los primeros brotes de la epidemia, me he decidido a rendir el informe requerido por las autoridades de este Gobierno Provisional del Refugio Ártico, a pesar de los serios trastornos que esto me ocasiona y con la esperanza de que las siguientes líneas puedan arrojar una luz sobre las causas del fenómeno. Seguir leyendo

Mi padre, don Carlos Vázquez, unleashed

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Papá siempre tuvo ese rostro hierático, mal humorado; a veces se iluminaba su rostro adusto con una sonrisa y era como ver los rayos del sol penetrando, rayito a rayito, un bosque oscuro; pero jamás pudo vencer la oscuridad que lo atormentaba y si bien se la pasaba sobrio la mayor parte del año, a veces le daba duro a la botella; al principio era encantador; pero luego se iba volviendo un ser terrible, lleno de sombras y fantasmas. Seguir leyendo

Tío Ulrico

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Afirma un dizque crítico literario de las redes sociales que los poetas no nos hemos dado cuenta de que la poesía, según él, obedece a las leyes del mercado; está pero requete bien pendejo; en cambio decía Óscar Wilde, y si lo decía el maestro, sin duda será cierto: “de nada sirve ser un hombre encantador si se carece de fortuna: los pobres deberían de ser prácticos y prosaicos”, y yo agregaría que mejor se dedicara a vender seguros, o a periodistas, menos a poetas.

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De bergamota

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

Lo cierto es que la gente que toma té son puros maricones (seguramente son comunistas y apoyan la ideología de género y la ridiculez del lenguaje inclusivo, Wotan los maldiga): los machos, los «vatos» meros machos, tomamos café, con un chorrito de whisky, eso en el desayuno; más tarde unos nueve tragos de absenta, del hada verde porque, como diría Wilde, ¿cuál es la diferencia entre un atardecer y una copa de absenta?

Además los comunistas no son muy amigos de ducharse a diario.

El caso es que en la oficina (cuando andaba en oficinas porque ahora soy independiente y vivo de mis rentas) siempre me vieron haciendo mezclas con una bola de hierbajos y el licenciado, usualmente, me pedía que le preparara un té de mis horripilantes brujerías (me hubiera gustado meterle un poco de amanita muscaria para ver qué cara ponía; pero siempre preferí reservarla para mi uso personal).

—¿Y ahora de qué es, Elko?

—De bergamota.

Todos brincaron y se subieron a sus escritorios, espantadísimos.

—Además, fíjese usted en la marca: earl gray (el señor gris, que es uno de los nombres de Odín).

Nadie quería el té y yo me la pasaba, ufano, por toda la oficina, luciendo el enorme leviatán que habita entre mis piernas, mientras las chicas me aplaudían: ellas sí querían el té.

El caso es que….

Bueno, otro día les cuento.

 

El «vato» del Oxxo

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

I

Me encontraba frente al Facebook, escribiendo un montón de majaderías y peleándome con los comunistas mientras escuchaba The Valley, de Diary of dreams, cuando me di cuenta de que se habían acabado los cigarrillos y el licor.

Fui al Oxxo y habían puesto a un tipo feo, antipático y torpe: le pedí dos cajetillas de Marlboro Light, de esos cigarrillos chiquititos, una botella de aguardiente y unos cacahuates.

—Son 206 pesos —me dijo esa garrapata con un bigotillo espantoso —. ¿Traerá los seis pesos?

Sí que los traía; pero no me dio la gana dárselos. Seguir leyendo

“L” es un demonio, es el mismísimo Satanás

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

A “L”, un hombre robusto, de pequeña estatura, todos le teníamos un terror saludable; menos el licenciado Payán, quien era un necio absoluto y total.

Una vez “L” agarró, con todo y silla, a un grandote, en TV Azteca, y lo tiró, en esa silla con rueditas, por las escaleras, sólo por el placer de hacer el mal: el grandullón se puso a chillar y «L», quien siempre tenía una sonrisa aterradora, nada más se reía.

Y “L” brincaba para golpear el rostro del grandullón, quien únicamente atinaba a chillar más. Seguir leyendo