El pata de indio

tonayan

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

 

Jesús subió varios paquetes de carne al carrito del mandado, que ya rebosaba de latas de cerveza y cajetillas de cigarros, pero al llegar a las cajas se puso a ver las revistas y por más que Julián y Arturo le llamaban para que cooperara con la cuenta era como si a Jesús le hablara la virgen y consiguió hacerse pato.

Una vez que llegaron al bosque comenzaron a beber. De pronto Julián sacó una botella de sotol, no de ese de Coyame que le venden a los gringos, sino el de la sierra, mejor conocido como “el pata de indio”.

Se dice que fue el mismísimo Satanás quien le dio la receta a la gente de la sierra de Chihuahua para elaborar dicha bebida, que consiste en destilar la agavácea conocida como sereque y ahogar en las tinajas una víbora de cascabel, que suelta su veneno.

El sotol es parecido al tequila, pero tiene un regusto como a olla de barro. Ingerirlo asegura la condenación eterna del alma, por lo que Voluptuosidad es la palabra lo recomienda ampliamente.

Los tres amigos se bebieron la botella y los demonios del erebo se apoderaron de ellos.

Jesús se puso a llorar cuando recordó a una antigua novia mientras que en el pantalón de Arturo, a la altura de la entrepierna, comenzó a formarse un puntito de humedad que creció vertiginosamente hasta inundar toda la prenda: Arturo se fue de espaldas y roncó estrepitosamente; por su parte Julián consiguió sacar un cigarrillo de un paquete arrugado, pero lo prendió por el filtro y en algún momento se quedó dormido.

Cuando Julián abrió los ojos se dio cuenta de que se encontraba debajo de la furgoneta. Buscó a sus amigos con la mirada y vio que Arturo abrazaba a Jesús por la espalda, quizá soñando que estaba con su esposa.

Julián notó una incomodidad en la espalda ya que se había acostado sobre una bota vaquera.

Entonces lo vio: era un objeto de cuero que estaba cerca de una de las llantas de la furgoneta: se trataba de la cartera de Jesús, repleta de billetes de a quinientos, nuevecitos.

Arturo y Jesús despertaron quejándose de la resaca y propusieron ir a curársela con unas cervezas y unos tacos de barbacoa.

—Vamos a los mariscos “El Bagre” —propuso Julián.

—Pero es muy caro —se quejó Jesús.

—Ustedes no se preocupen por nada —contestó Julián.

La comida estuvo deliciosa: comieron camarones, ostras y calamar y bebieron hasta hartarse.

—¡Qué bárbaro, compadre! ¡Qué bárbaro! —decía Arturo con deleite—. Esto sí que es vivir como reyes.

—¡Mesero! —gritó Julián—: Tráiganos una botella de Buchanan’s.

—¡Qué bárbaro! ¡Qué bárbaro, compadre! —se admiraba Jesús.

La cuenta fue estratosférica, pero Julián pagó sin que uno sólo de los músculos de su rostro se moviera y hasta dejó una generosa propina al mesero.

Julián tenía que partir a Chihuahua así que fueron a dejarlo en la estación de autobuses.

Una vez a bordo del autobús Julián se despidió de sus amigos:

—¡Vamos a hacerlo más seguido, compadre! —le dijo Arturo—. ¡Pero qué gusto da tener un amigo tan generoso!

—¡Déle las gracias a Jesús ya que la parranda ha corrido por su cuenta —dijo Julián y le arrojó la cartera a Jesús con tres flamantes billetes de 20 pesos.

El autobús se fue haciendo pequeño en la distancia ante los ojos atónitos de Arturo y, cómo no, de Jesús.

 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.