Carta a Sade

Sade

Remitente: Elko Omar Vázquez Erosa. Chihuahua, México.

Destinatario: Donatien Alphonse François, marqués de Sade. Castillo de Vincennes, Francia.

Divino Marqués:

Leyendo los deliciosos versos de Petrarca me encontré, irremediablemente, con la madona Laura, tu ilustre antepasada y gloria de la casa de los Sade, por lo que me acordé de ti y me animé a escribirte unas líneas.

Aquella vez que te presté mi villa italiana dejaste un desastre en todas las habitaciones además de olvidar una serie de artilugios que hicieron que Alfred, mi mayordomo, levantara una ceja de pura indignación al ver tus juguetes: dildos, látigos, grilletes, antifaces y bozales.

Me encantó esa silla que jala a las personas hacia atrás, les atrapa las piernas y las alza, además de dejarles el culo al aire. ¿Puedo quedármela?

Por otro lado encontré un frasco de ungüento y unos hermosos chocolates que me cuidé mucho de tocar: supongo que el ungüento es aquel cicatrizante que probaste sobre la Keller luego de que la obligaras a desnudarse a punta de pistola y le dieras unos buenos azotes en tu petite maison, pecadillo por el que la muy exagerada te denunció. Definitivamente en estos tiempos un caballero ya no se puede conceder uno que otro capricho: a este paso las masas indoctas van a levantarse en armas.

En lo que se refiere a los chocolates casi estoy seguro que son los mismos que mezclaste con cantárida y obsequiaste a las muchachas y los aldeanos en ese burdel de Marsella, donde todos se rasgaron las ropas, se ayuntaron como bestias (inspirando de paso la escena final de El Perfume, de Patrick Süskind) y hasta una de las chicas saltó desnuda por la ventana. Esa calaverada fue una de tus obras maestras: exageraron al condenarte a muerte; afortunadamente tu familia intervino y el asunto se solucionó felizmente.

Te dije que no regresaras a Francia porque la bruja de tu suegra conseguiría que fueras detenido a pesar de tu parentesco con los Borbón y los Condé. Ya ves cómo es delicada esa señora: no te puede ver ni en pintura desde que sedujiste a tu cuñada Luisa para luego prostituirla mientras estudiabas los secretos del libertinaje, nada menos que en Italia.

Espero que salgas pronto de prisión para organizar una de esas mascaradas en las que tanto nos divertíamos y que no tenían nada que envidiarle a la fiestecilla que aparece en la película Eyes wide shut, de Stanley Kubrick.

Me despido no sin antes desearte una pronta liberación y una fructífera carrera literaria.

Tuyo:

Elko

P.D. Saludos de Drácula.

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