Por: Elko Omar Vázquez Erosa
En una versión onírica de la ciudad de Chihuahua, México, se puede caminar por la avenida División del Norte, de noche, donde todo está iluminado por el alumbrado público; se corta por una cuchilla y entras a una calle diferente, tenebrosa, donde el espíritu del marqués de Sade, descendiente de la divina Laura, tiene una casita, La petite maison.
El marqués de Sade se ha vuelto un vampiro de los sueños y su casita siempre está abierta: la casita tiene una verja y dos palmeras en el frente, y fácilmente puedes entrar al jardín.
Me han advertido otros soñadores que no debes entrar por la puerta principal porque de alguna manera accedes directamente a la planta alta y el marqués, que se encuentra ahí arriba, te agarra a latigazos.
Dudo mucho que El divino marqués me hiciera daño ya que somos parientes lejanos; pero por si las moscas yo entro por la puerta de atrás (sin albur) o puerta de servicio.
La petite maison está vestida con muebles rústicos hechos de mimbre y cuero y de colores vistosos. En las paredes hay cuadros que representan escenas horribles de sus libros más escandalosos tales como Los 120 días de Sodoma, Justine o los infortunios de la virtud, La filosofía en el tocador y para rematar, en un supremo acto de ironía, ilustraciones de su único libro moralista, que ya no me acuerdo cómo chingados se titula.
Si bien la casa es de dos pisos no hay una escalera visible para acceder a la segunda planta; pero disimulado en las paredes de madera hay un panel corredizo donde se encuentra una escalera hecha de tubos, que puedes desplegar y con la misma abrir la trampilla de la planta alta, para luego engancharla y subir.
La planta alta tiene por lo menos dos habitaciones y si subes te puedes asomar, pero no conviene que accedas a los cuartos porque no sabes lo que te puede ocurrir.
La primera habitación tiene varios armarios llenos de navajas, látigos y otros instrumentos de tortura, así como libros y frasquitos con ve tú a saber qué sustancias. Si estiras la cabeza puedes ver otro dormitorio con una cama donde yace la momia de una mujer desfigurada, y es que al parecer en vida la sometieron a indecibles tormentos.
Yo no sé por qué tengo esos sueños recurrentes, y con tanto lujo de detalles: quizá se deba a que estoy mal de mis facultades mentales, o a que hay mundos paralelos o bien, a que veo y leo demasiadas historias de terror.