Escucho a los dioses de la lluvia,
miro como huyen los pájaros
y veo diluirse los ranchos lejanos.
Huele a tierra mojada,
huele a tu pelo,
y la pradera recuerda tu voz
y el cielo violáceo agoniza.
Hace mil años te besaba
después de contemplarte,
hace mil años entraba en ti
y las gotas de la lluvia golpeaban
la hoja blanca del poema.

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