Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Tú, la mujer de miel,
la bestia rubia que lloraba
después de clavarme
agujas de hielo,
la que no hizo nada
para detenerme,
la que tocaba a la puerta
de los sueños
para que yo despertara
bañado en lágrimas.
Tú, la mujer de miel,
la bestia rubia que reía,
que besaba como ascuas,
que me abrazaba
con un abrazo de espinas.
Tú, la que calla, la que sueña,
la que siempre canta en la memoria.