Por: Luis Arcas González

Illa es esta perra que veis pariendo. La encontró mi hija en un contenedor de basura cuando tenía unos días de vida.
1 de noviembre de 2014
En vista de las muchas peticiones de mi público, que no es poco, dos o diez, me veo obligado a poner la tontería de esta noche a pesar de que estoy medio o tercio dormido.
Enga.
Me acosté agotado, dormido y, claro, soñé.
Estaba en un parque de árboles altos y copas anchas, tanto que no permitían que la luz de la luna llegara a mis ojos.
Es esa penumbra me se apareció una virgen que se designó como la Virgen del Parque de la Penumbra.
Uno, yo, pobre de mí ¿qué podía hacer?
Pues lo hice porque no tenía más remedio.
Fundé la Abadía de la Virgen de la Penumbra, busqué apoyos y ayudas económicas y construí el Santo Santuario de la Virgen de las Penumbras, creé el convento de las Santas devocionarias de esa Virgen y con el resto económico que quedó, es decir, con el 90% me fui a vivir mi vida al Caribe.
Tranquis que la congregación de 100 monjas viven estupendamente porque hacen pasteles, cosas de cuero, marionetas, ostias para la iglesia y unas pocas más que venden a buen precio y tienen su huerto de hortícolas y frutales que le procuran alimento.
Además, entre nosotros, les visitan dos veces en semana cuatro curas jóvenes que, según mis noticias, no dan abasto para confesarlas.
Yo, creador
4 de noviembre de 2014
Imaginaros… me quedé impertérrito, es decir, que no se me infundió el terror ni nada me intimidó (acepción de la RAE).
Eso ya era mucho decir de mí, que no poco.
Los aspavientos que hacía esa figura cuasi humana, que no lo era, en la oscuridad de la noche y al filo de unos acantilados azotados por el viento, me intentaba asustar y yo, libro en mano que había estado bebiendo hasta ese momento, con sus enseñanzas en el alma y en mi mente, lo blandí ante mí enseñándoselo a esa figura espectral.
Se trataba de «Conversación con Pablo Iglesias»
El espectro, al verlo, huyó como eso que es lo normal en ellos, como alma que le sigue el diablo, el diablo de la realidad, supongo.
Le di el libro, y su ausencia y la huida del espectro me dio la tranquilidad que añoraba, deseaba y necesitaba.
De nuevo vuelvo a vivir.
Más tarde…
Tengo a mi hija Marta viajando.
Bueno, hace tiempo que aprendí que preocuparme, desesperarme y sufrir no sólo no le servía de nada a ella si no que a mí me destrozaba el alma.
Ella es Marta, un ser libre, libertario, vagamundo y vagamundos, mayor, con 29 años, capaz de buscarse la vida en cualquier lugar del mundo donde esté, caprichosa, con carácter como pocos, insumisa, rebelde, guapa, cariñosa, inteligente como pocos Einstein’s, fuerte, muy fuerte, delgada, fibrosa, atrevida y osada pero educada y con modos… sabe estar.
Bueno, me leéis y podéis pensar que es amor de padre.
Cuando cumplió veinte años le mandé un msm, que no había whasapp y le dije:
«Decía Gardel que veinte años no son nada y es que no tuvo la fortuna de conocerte… veinte años eres tú»
Bueno, Marta está de viaje y hasta que me diga algo, ella libre, estoy preocupado, esperándola y con mi sueño inquieto, si puedo dormir que me da que no.
Todavía más tarde….
PARTE VETERINARIO:
Mi perrita Ronda como que ni se ha enterado de nada.
37 puntos en diez rajas en su piel que ya lo conté.
Sigue siendo esa hembraalfacabronadelamort que le ladra hasta a los mastines.
No quiere reconocer su decrepitud, como nos pasa a algunos.
Ella quiere seguir siendo la dueña del barrio y todos los perros que pasan por donde ella está tienen que someterse a su dominio.
Me encanta, aunque me da miedo que alguno se la coma, que es muy chica.
Quince años no son los veinte de Gardel, pero para una perrita son demasiados.
Está bien, mejor que yo que tengo algunos más.
Bueno, vive que no es poco, como yo.
Creo que nos alegramos los dos por vivir y tenernos uno a la otra
Mucho más tarde…
Más que pensar siento.
Siento tanto que me duele el alma de lo que siento.
No sé si eso es bueno o malo o regular o, simplemente, no es nada para nadie.
Pero, bueno, siento, que creo que me sirve a mí, aunque me duela tanto sentir.
Pienso en gentes, en personas, cercanas y ajenas. Pienso en sus miserias y en su dolor. Pienso que el mío es leve y tengo suerte, que podría ser peor, mucho peor.
Tengo esa suerte occidental de quejarme de todo cuando no me falta de nada.
A pesar de todo me quejo porque mi salario no me da para aliñar mis comidas de todo un mes… poca sal para poca comida.
Y convivo con gentes de la élite que les sobra.
No me dan envidia, me conformo.
No son más felices que yo, tampoco más infelices, que el dinero y el poder mueve montañas, no las mías que son inamovibles.
Mis montañas, esas que rodean mis certezas, mis principios, mis sentimientos, mis recuerdos…
Yo soy una de ellas, asentada en mi base y con mi cumbre, ya manchada por la nieves del invierno, mirando, siempre mirando.
Bueno, imagen del alguien viejo y decrépito pero no es así
Viviré muchos años si quiero, que no lo sé.
Ahí el misterio
Luis se quedó pegado al teclado…
Sólo sé que no sé nada.
Luis Socra González
Luis continúa en el teclado…
Sé que sé mucho y la gente no me lo paga, por elio no sólo no soy rico sino que malvivo, lo cual es una putada.
Luis Sócrates Arcas
Y sigue…
Necesito un productó que me descubra.
Enga, q ue vargo un imperio
Luis De Niro Arcas
19 de noviembre de 2014
Hoy a muerto mi amigo Paco. Amigo y enemigo de más de 40 años.
Mi elegía, pobre, modesta, algo estúpida… es lo que me sale que podría ser un libro de más de 1.000 páginas
MI AMIGO PACO CEREZO
Me siento con la licencia de decir lo que quiera de Paco porque fue mi amigo durante cuarenta y tantos años.
Desde el instituto Séneca con unos 14 años hasta ahora, hemos sido amigos.
Por tantos años, tanta relación, tanta amistad y tanta rivalidad, como corresponde, me permito decir que mi amigo Paco era un cabrón, puntualizo, un cabronazo.
Amor-odio, esa dualidad que nos unió-separó durante toda nuestra relación, que de igual forma tuvo con todas las personas con las que se relacionó, a mi corto entender.
A su pesar, yo lo quería entrañablemente, como todas esas personas que se relacionaron con él, muchas de la cuales no están aquí pero que me consta que le están llorando “cabrón ¿por qué coño te has muerto?”
Se cuenta de Bernard Shaw que lo vieron llorar sentado en la grada de un portal y al preguntarle qué es lo que le pasaba dijo algo así como que se había muerto una persona. Respondieron que esa persona era su peor detractor y el añadió que es tan difícil tener buenos enemigos que la pérdida de uno de ellos es peor que la de un amigo.
Mi amigo Paco era uno de esos… amigo, enemigo, discutidor, queriendo siempre saber lo que opinabas para llevarte la contraria.
A pesar de lo dicho, sé y me consta que tenía sus principios, su ética personal, su moral, suyos todos… una persona especial en un mundo cambiante.
Le ayudé en lo que pude cuando me lo pidió en momentos malos y él me ayudó de manera excepcional en lo que pudo, que fue mucho, en mis malos momentos.
Jamás nos cobramos divisas, ni él a mí ni yo a él… éramos amigos y, a la vez rivales.
Nuestra relación, dije antes, empezó en el instituto y, ahora, en este momento, aquí sigo sintiéndolo como mi amigo, mi rival y eso perdurará en mi ánimo mientras respire.
No sólo nunca lo olvidaré sino que he llorado por él y, tal vez llore muchas más veces cuando lo recuerde.
¡Cabronazo! ¿Por qué te mueres y me dejas sin poder discutir contigo?
No soy de entierros. Voy a los que no tengo más remedio… mi padre, mi madre y poco más porque me duele tanto una muerte de alguien querido que físicamente lo sufro y prefiero quedar como un cabronazo con su entorno a pasar tanto dolor.
Imaginaros mi sufrimiento por mi amigo Paco que aquí estoy.
A pesar de no asistir, siempre he considerado una obligación sobre un fallecido que conocía, contarle a alguien alguna anécdota sobre él.
Por eso os obligo a escuchar una o dos tres sobre mi amigo Paco, si me permitís:
Hinojosa del Duque, comida y vino. Se sube a un montón de balas de paja de unos tres o cuatro metros de altura y le dice a mis hijos pequeños de sobre diez años que miren como se tira.
Tras la fractura de tobillo pasó un mes en mi casa con la pata tiesa ayudándome con un trabajo que tenía de administración de fincas, que se divirtió mucho, por cierto.
Otra.
Se rompe en su despacho el aire acondicionado en pleno verano. Me llama y le mando a currito que tenía que si no arreglaba él el problema tenía siempre un amigo que lo hacía a buen precio.
Mi currito se lleva el aparato y vuelve a los dos días con el aparato supuestamente arreglado.
Lo instala, lo enchufa y dice que funciona estupendamente.
Paco se pone ante el aparato y nota calor exuberante y se lo dice.
Mi currito, que él llamaba “tu propio”, se pone con los brazos en cruz ante el cacharro y le dice “pero si esto da un fresquito estupendo”.
Mi amigo Paco se pone ante el cacharro y dice: “esto está en calefacción”
Efectivamente. Habían cambiado cables y nadie sabe que más y daba calor intenso en pleno verano.
Eso lo contó mi amigo Paco muchas veces ante mí.
Por último, que podría eternizarme con anécdotas sobre él, contaré que durante muchos días de muchos años no le dolió ni se arredró en unos cuantos casos judiciales que, de forma magistral, me llevó.
Pasamos juntos en su despacho tantas horas que varias veces llegué a decirle a altas horas de la madrugada que pasaba de todo, que quería acostarme, que me rendía… y él, que no sé de dónde sacaba esas fuerzas y energía, me decía que tenía que seguir.
Mi amigo Paco no me cobraba, trabajaba para mí porque me quería y yo, el gratuito, me rendía y él no me lo permitía.
Podría seguir hablando de él durante horas y días hasta aburriros porque tuve muchos años de relación.
Sólo decirle adiós, tal vez un hasta pronto o nos veremos en breve… “¿E qui lo sa?” una frase que, curiosamente, usábamos los amigos hace 40 años, algunos, muchos, muchísimos de los cuales no están aquí
Paco, cabronazo, no te olvidaré nunca y siempre, siempre, a tu pesar, te querré.
Ya nos veremos
20 de noviembre de 2014
Tontería de esta noche que no sé si lo será.
Resulta que me sangra la nariz varias veces al día.
Hay quién dice que puede ser un tema de hígado y falta de coagulación.
Otros opinan que su origen sería una presión arterial alta.
Me tomo la tensión y la de un chaval.
Análisis y mi hígado estupendo.
Podría ser de una venilla, una arteriola que se ha roto… el otorrinolaringólogo no detecta nada de nada de nada, gracias.
Y yo, lego en cualquier conocimiento del ser humano, sin títulos oficiales cualesquiera, sé de qué.
Me pasa que cuando mi amor es brusca conmigo o un amigo o tengo alguna obligación que me supera, intento adaptarme, superarlo, sobrevivir, pero mi nariz no me hace caso.
Ella va por otros derroteros. Quiere vivir su vida libre y feliz y, cuando no lo es, llora lágrimas de sangre.
Tal vez debería hacerle más caso a mi nariz que a mis sentimientos, pensamientos y deseos.
¿No?
22 de noviembre de 2014
Ella lloraba y él la miraba atónito.
—¿Por qué me has hecho esto, malvado?
—No sé por qué lloras ni sé a qué te refieres.
La tensión se mascaba como un trozo de tabaco de mascar que ninguno hemos probado desde hace varias generaciones pero que sirve como ejemplo porque debería ser tan malo que ya no se vende.
—Te fuiste estando yo embarazada hace 18 años.
—No lo sabía. Estuve prisionero de guerra en el país enemigo. Perdí un brazo, una pierna, el bazo y la punta de mi pene.
—¿La punta de tu pene? Bueno, te perdono, vete con tu mamá.
Más tarde…
Vine de la guerra herido.
Mi valor se me reconoció con una medalla bronceada, como las artistas de jollivú.
Cojeando, un brazo en cabestrillo y mi ánimo hundido por la pérdida de tantos amigos y compañeros, anduve hacia mi casa desde donde me dejó el autobús.
En los últimos diez años todo había sido horror, sangre y muerte.
Recuerdo las vísceras de mis compañeros esparcidas por el campo, los gritos y llantos de los heridos, la sangre que me acompañaba a dónde fuera…
Ahora, al llegar a mi casa, herido, cansado y hundido, me sentía feliz.
Vi a mi mujer que me miraba en la puerta de casa esperándome y sentí que mi vida iba a cambiar radicalmente.
Mientras me acercaba a ella veía paulatinamente de forma más clara sus ojos, su sonrisa y el rictus de sus labios que me saludaban…
Cuando fui a entrar en la casa ella me miró a los ojos y, después de diez años sin vernos me dijo:
—Antes de entrar límpiate las botas en el felpudo que las tienes llenas de barro y llevo fregando toda la tarde.
En ese momento entendí mi cariño a mi sargento.
Me di la vuelta y me reenganché.
6 de diciembre de 2014
Illa es esta perra que veis pariendo. La encontró mi hija en un contenedor de basura cuando tenía unos días de vida.
Ahora Illa ha sido mamá de 10 cachorrillos. Yo he adoptado los cuatro que veis y los estoy criando con biberón a mano.
El problema es que vivo en un piso y ya tengo otros dos perros.
¿Queréis adoptar uno? lo daré cuando ya coman.
Son unos supervivientes que merecen vivir ¿no creéis?