Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Luego de las aventuras referidas en el relato “La tierra es hueca” el rey Juan Carlos I de España, Allan Quatermain, Chuck Norris y Ratón Malo nos dirigíamos a Hispania, ansiosos por alcanzar la cena de Noche Buena.
Ante la indiferencia de Chuck Norris y de Allan Quatermain, quienes piloteaban el avión mientras daban cuenta de su dotación de whisky (y es que es preciso perdonarlos ya que, al ser angloparlantes de origen, no podían seguir las sutilezas del castellano), Su Majestad y yo, al tiempo que dábamos cuenta de los vinillos que habían quedado en las reservas de la aeronave, discutíamos sobre nuestra querida lengua de la que el ancestro, Carlos V, había dicho:
“El castellano es para hablar con Dios, el francés para hablar con las mujeres, el italiano con los amigos, el alemán con los soldados, el inglés con los patos y el bohemio con el diablo”.
O algo así porque, ni modo, existen muchas versiones del dicho del ancestro y ya no se sabe ni qué rollo.
Lo cierto es que yo afirmaba que en lo referente a las disposiciones de la Real Academia Española, que había eliminado el acento de “sólo” (por solamente) para igualarlo con “solo” (de soledad) me atendría a la Academia Mexicana de la Lengua, que heroicamente se negaba a tamaña barbaridad, a pesar de estar infestada de izquierdosos simpatizantes de Gabriel García Márquez.
—¿Pero que deziz, coño? Vozotroz los mejicanoz zoiz unos bárbaros que habeiz zacao aquello de “mejicanoz y mejicanaz, ciudadanoz y ciudadanaz”, y con laz zuzodicha prácticaz infeztáiz la lengua, pariente. Algunaz vezez, enzimizmado, me molezto con tal coza.
Yo no se lo negué; pero, y con el mero afán de joder merced a un largo caminar bajo el manto del sofista, le solté:
—Diréis verdad; pero no negaréis que resulta “pior” utilizar, para describir cuando uno se encuentra meditabundo en primera persona, la palabra “ensimismado” en lugar de “enmimismado”.
Al rey ya se le habían subido los vinillos:
—¿Cómo que “pior”? ¡Qué ze dize “peor”!
Yo ya me había puesto bien necio, merced a los vinillos anteriormente referidos, y contesté:
—¡Más que pura madre! ¡Se dice “pior” toda vez que “pior” es todavía más “pior” que peor!
El rey ignoró mi último comentario; pero reflexionaba profundamente sobre la cuestión de “enmimismado”, así que sin previo aviso llamó a casa:
—¡Bueno! ¡Bueno!
Su Majestad se encontró conque al parecer todos estaban pedos y no le creían puesto que lo habían visto, unos momentos atrás, dar un mensaje navideño; pero luego de insistir un poco y utilizando una serie de claves consiguió comunicarse con su nuera, quien se encontraba en el váter.
—¡Que ya podéiz mandar a freir ezpárragoz a mi doble y que llego a zenar, carajo!
Al otro lado de la bocina se escuchaba una vocecilla aguda y rápida, como en las caricaturas de Tom y Jerry.
—¿Y qué carajoz oz importa con quién venga? ¿Me queréiz aplicar la del rey Lear? ¡Rediez! ¡Qué vengo con Allan Quatermain, Chuck Norris y Ratón Malo, coño!
El rey frunció el ceño y me dijo que Lety quería hablar conmigo, así que tomé el auricular…
Epílogo
Lo pasamos bomba durante la cena de Noche Buena en palacio; al pariente le dio por proponerme a la Real Academia Española para que defendiera el concepto de “enmimismado”; pero ya se sabe que los miembros de las academias suelen ser unos envidiosos insufribles y, como habían aprovechado que la cosa seguía caliente con los paparazzi, amenazaron al rey.
Lo cierto es que la mayoría de ellos, si no es que la totalidad, habían entrado a la academia gracias a compadrazgos y palancas, y todavía tenían la esperanza de meter a sus parientes para que medraran, además de que en realidad no han hecho, durante toda su gestión, más que fosilizar su estupidez a lo largo de los años.
Con el fin de no perjudicar al pariente me vi obligado a dimitir, lo que explica mi ausencia de la Real Academia Española.
No me queda más que advertiros contra los hipócritas que suelen reproducirse en el seno de las instituciones, además de desearos una feliz Navidad y próspero Año Nuevo.