Por: Maribel R. y Elko Omar Vázquez Erosa
(Conversaciones selectas entre los ratones, mismas que se publican en beneficio de la humanidad y para ilustrar al vulgo)
Muy a gusto en casa, dedicado al muy difícil arte de no hacer nada (como diría Wilde) cuando se abre la burbujita del “feis” y aparece la Ratona, quien dice:
Ratona: ¡Hey!
Ratón: Hola (emoticón con carita sonriente).
Ratona: Ratón, ¿qué haces?
Ratón: Sacando al pajarito, Ratona.
Ratona: Ja ja ja. ¿A dónde lo sacas, Ratón?
Ratón: A la terraza: necesita aire fresco.
Ratona: ¿Sí? Se va a congelar. Ejem.
Ratón: ¡Ratona malvada! Ratón no iba por ahí.
Ratona: ¿Ah, no?
Ratón: No, Ratona, tengo un canario, uno de esos llamados periquitos del amor.
Ratona: ¿Sí? ¿Y cómo se llama?
Ratón: Pájaro.
Ratona: ¡Ni siquiera le has puesto nombre! ¡Seguro que ni le has puesto sus vacunas!
Ratón: En mi vida había escuchado que se vacunara a los pájaros.
Ratona: ¡Rrrgggrrr!
Ratón: Ratona se enojó.
Ratona: ¿Me dejas ponerle nombre?
Ratón: Se llama pájaro.
Ratona: ¡Ése no es un nombre, Ratón!
Ratón: Uf.
Ratona: ¿No quieres que le ponga un nombre?
Ratón: Sí, Ratona, ponle un nombre.
Ratona: ¿Me dejas?
Ratón: Sí, por favor.
Ratona: Ok (emoticón con carita sonriente y muchas estrellitas).
Ratón: ¿Y cómo le vas a poner?
Ratona: Verdoso.
Ratón: ¿Verdoso? ¡Es un perico verde!
Ratona: ¡Rrrgggrrr! ¿No te gustó?
Ratón: ¡Sí, Ratona!
Ratona: ¿De veras?
Ratón: De veras…
Pasan los segundos, lentos como las hojas del otoño que caen. Ratona no dice nada ni a mí se me ocurre qué agregar, así que me voy al frigorífico por un jugo de tomate.
Ratona: ¡Ratón!
Ratón: Dime, Ratona.
Ratona: ¿Estás ocupado?
Ratón: No.
Ratona: ¿Por qué tardas en contestar?
Ratón: Es que fui por un V8 al “refri”.
Ratona: Ah.
Ratón: ¡Ratona!
Ratona: (Silencio).
Ratón: ¡Ratona!
Ratona: (Silencio).
Ratón: ¡Ratonaaaaaa! (Emoticón de una carita haciendo berrinche).
Ratona: ¿Qué?
Ratón: ¿Estás ahí?
Ratona: ¡Sí!
Ratón: Ah.
Ratona: ¿Ah qué?
Ratón: Nada.
Ratona: ¿Qué haces?
Ratón: Espera, te busco en diez minutos, me habla mi mamá.
Ratona: Ok.
Corren los minutos y mamá, muy escandalizada por mis barbas de druida, llenas de canas, me manda por un tinte “Just for man”. Son dos tubitos: uno tiene una pasta negra y el otro una pasta blanca; es preciso mezclarlos en una charolita de plástico, que forma parte del envase, y aplicarlos con una brocha en las barbas, previamente recortadas. La tablet hace ¡plink!
Ratona: ¿Qué haces, Ratón?
Ratón: Mamá me ha obligado a pintarme las barbas.
Ratona: ¿Qué?
Ratón: Dice que parezco druida.
Ratona: ¡Pero ya no vas a ser Ratón!
Ratón: Espera te mando foto (Ratón manda foto).
Ratona: ¡Ése no es Ratón! ¡Se llevaron a Ratón! ¡Nooo!
Ratón: Espera…
Ratona: ¡Rrrgggrrr!
Ratón: ¡No gruñas, Ratona!
Ratona: ¡Rrrgggrrr!
—¡Deja de jugar con la Tablet, Elko! ¡A ver, tienes que limpiarte el tinte de las mejillas para que no se te vayan a poner negras! —dijo mamá.
—¡Demonios! ¿Qué dirían los fans si me vieran con estas prácticas metrosexuales? ¿Qué no has oído hablar de Conan el bárbaro, mamá? ¿Eh? —protesté, inútilmente. ¿Os habéis fijado cómo son felices las mujeres cuando tienen bebés, ¡nos quieres dominar! Nos quieren…
—¡Cállate y no te muevas! Deja te paso un algodón —se impuso mamá.
Y la Tablet hizo: ¡Plink! ¡Plink! ¡Plink!
Ratona: ¡Ratón ya no existe!
Ratón hace carantoñas y le manda una foto a la Ratona con sus barbas tintas de negro.
Ratona: Ratón rejuvenecido.
Ratón: Mamá se tuvo la culpa.
Ratona: ¡Y tú muy obediente!
Ratón: Hay que llevar la fiesta en paz.
Mamá vuelve a interrumpir: es preciso ir por pan y carne molida, y todos los aditamentos que llevan las hamburguesas caseras, incluyendo aguacate y chile jalapeño, para nacionalizarlas.
Ratón: Ratona, tengo que salir.
Ratona: Ok
Me lavo la cara, la carne comienza a lanzar su fragancia ante la caricia del fuego; pero suena ¡plink!
Ratona: ¡Ratón!
Ratón: ¿Qué?
Ratona: ¿Qué haces?
Ratón: Mamá está haciendo unas hamburguesas y Ratón se prepara para comer.
Ratona: ¡Siempre hablas de comida!
Ratón: Siempre hablas a la hora de la comida.
Ratona: ¡Rrrgggrrr!
Ratón: Mamá hace unas hamburguesas muy ricas.
Ratona: Y Ratón no se mide: todo lo quiere saborear.
Ratón: Sipi.
Ratona: ¡Rrrgggrrr!
Ratón: Ratón tiene hambre: mamá no le hace de comer a sus horas.
Ratona: ¿Cuántas te vas a comer, Ratón?
Ratón: Una.
Ratona: ¡Mentiroso!
Ratón: Ok, dos.
Ratona: ¡Mentiroso!
Ratón: Tres.
Ratona: ¡Mentiroso!
Ratón: Ok, lo confieso: ¡cuatro!
Ratona: ¡Rrrgggrrr!
Ratón: ¡Ratona!
Ratona: ¡Ratón es un mentiroso!
Ratón: No, Ratón se porta bonito, sólo se va a comer cuatro hamburguesas.
Ratona: ¿Y las papas?
Ratón: También.
Ratona: ¡Rrrgggrrr!
Ratón: ¿Ratona?
Ratona: ¡Ratón se está poniendo gordo!
Ratón: ¿Gordo? ¿Pero cómo te atreves, Ratona? ¿Cómo te atreves? ¡Rrrgggrrr!
Ratona: Bueno… llenito.
Ratón: ¿Llenito?
Ratona: Llenito.
Ratón: Te busco más tarde, ya salieron las hamburguesas.
Ratona: ¡Ratón! ¡Ratón! ¡Ratón!
Eso fue extraño, no pude evitar pensar en Cohen el Bárbaro.
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Ja ja ja, ¿por lo ruco?
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