Por: Elko Omar Vázquez Erosa

El encantador discurso de la izquierda, semejante a un paseo por el atractivo turístico de Disney World en el que es posible ver muñequitos mecánicos con trajes típicos de muy diversos países mientras se escucha la canción “It’s a small world” ha provocado, entre otras cosillas, que el gobierno de Holanda abandonara el modelo multicultural ante la proliferación de barrios enteros sometidos a la “Sharia”.

En algunos sitios de Francia los señores de Morolandia se molestan porque los infieles pasean a sus perros —esos animales impuros— y se les ofende (obviamos los acontecimientos más graves, de todos conocidos).

En España jóvenes marroquís se indignan porque los malditos españoles comen bocadillos de jamón, ¡y en su país!, además de que las chicas pasean en bikini en las playas, por lo que los chicos musulmanes despliegan carteles en los que se exige que se respete el Ramadán.

¿El Ramadán? ¿Y eso con qué se come?

Cuando vaya a España voy a exigir que en los bares pongan las de José Alfredo Jiménez y que no se permita la entrada al que no se vista de charro. ¡Sí, señor!

Volviendo con nuestros amigos del Islam no me extrañaría nada que metieran bulldozers para reducir a polvo la Catedral de Santiago, Stonehenge, la Capilla Sixtina y todo lo que ofenda al profeta, un señor que pilló una insolación y creó un sistema delirante basado en otras religiones del desierto: el cristianismo y el judaísmo.

¿Discurso de odio? Bueno, a mí no me gustaría estar oliendo traseros en una mezquita, y mi copa de merlot me ama tanto como yo la amo a ella.

Ya veo a Pablo Iglesias anunciando que la Real Academia Española cambia su nombre por la Republicana Academia Española y que se suprime la “ñ” porque, joder, es una grafía muy de España y es preciso desmontar ese pestazo.

Total hay que respetar la diversidad, siempre y cuando no sea de origen europeo, of course.

Y como decía mi bisabuelo: “si los pendejos volaran, oscurecerían el cielo”, y es que los pendejos son legión.