Por: Elko Omar Vázquez Erosa

La ociosidad es la madre de todas las artes y como estaba aburrido me puse a ver las publicaciones de mis contactos en el Facebook donde me encontré a una tal Fulviaa Saracho que se la pasaba subiendo citas bíblicas.

El plato estaba servido y decidí jugarle una bromilla por lo que hice como que me equivocaba de interlocutor y escribí en su inbox:

—Keyser, veo que otra vez te pusiste Fulviaa y no Remi, como habíamos acordado. La próxima vez avísame cuando cambies de alias. Aquí está el conjuro que te prometí, ya lo revisé y sí funciona. No olvides darles sangre de vaca, pero poquita (una jeringa); si les das más crecen muy rápido y se vuelve difícil controlarlos. De cualquier modo no te separes del Necronomicón ni de la clavícula de Salomón: los Antiguos son peligrosos.

En seguida cité la invocación a Yog-Sothoth, demonio imaginario al que ni siquiera su creador, H.P. Lovecraft, se tomaba en serio:

Para invocar a Yog-Sothoth

Porque Yog-Sothoth es la puerta.

Él conoció dónde los Antiguos aparecieron en tiempos pasados y dónde Ellos aparecerán de nuevo cuando el ciclo empiece otra vez.

Dad la vuelta tres veces sobre vosotros mismos y volviendo la cara al Sur entonad el conjuro que abre la puerta:

El conjuro

¡Oh Tú que moras en la oscuridad del Vacío Exterior! Acude a la tierra una vez más, yo te lo ruego.

¡Oh tú que habitas más allá de las esferas del tiempo! Escucha mi súplica (haced el signo de la Cabeza del Dragón)^[1].

Y demás parafernalia.

Fulviaa estaba aterrorizada y me dijo:

—¡Jehová y Jesucristo están con mi familia y conmigo! ¡Amén!

Yo respondí:

—¿Keyser Zöse? ¿Keyser? ¿No eres Keyser?

—¡No soy Keyser, réprobo! ¡Que dios te perdone!

—Disculpa, todo ha sido un error.

Fulviaa me borró inmediatamente de sus contactos.

Hacía tiempo que no me reía tanto.

[1] Bigliano, Marcelo. Fragmentos originales del Necronomicón. Grupo Editorial Tomo.México, 2001. p. 63.