Por: Elko Omar Vázquez Erosa

En la red ocurren de las cosas más bizarras siendo el caso que conocí a una niña, una tal Dayrí con la cual, tras haber intercambiado un par de comentarios, me escribe un día:

—Oye, ya sé que casi no hablamos tú y yo. Sabes que se murió un pariente y me preguntaba si podrías depositarme cinco mil pesos a mi cuenta y el lunes te los pago (carita sonriente de emoticón).

Ratón malo contestó:

—Queridísima Dayrí, lamento mucho tu pérdida, ahorita a las cinco de la tarde te deposito, asómate al banco 20 minutos más tarde y me dices si te llegó.

—¿Sí?

—¡Claro, mensa! ¿Para qué están los amigos?

Ratón malo se puso a chatear con otra gente y pensó que lo anterior era una broma, pero en eso recibió un mensaje:

—Oye, Elko Omar, no he recibido el dinero que me dijiste ibas a depositar.

¡Dios! No me lo podía creer, así que le contesté:

—Uf, no te apures, ha de ser un problema del banco, seguro el dinero te llega en unos 20 minutos.

Y así se quedó.

Pasaron los meses y me la volví a encontrar en el “feis” y se me ocurrió jugarle una broma, así que le escribí:

—Dayrí, sabes que me quedé sin dinero para tomarme unas cervezas. ¿Podrías depositarme dos mil pesos y mañana te los pago?

Pasaron varios minutos de silencio y yo me ocupé en otras charlas, pero de repente sonó un: ¡plink!

Era Dayrí, quien me respondió:

—Estaré pendeja.

Yo le contesté, muy indignado:

—Dayrí, ¿cómo puedes decir eso? ¿Qué no me pediste hace unos meses, de buena fe, algo de dinero?

—Sí —reconoció Dayrí—, pero yo no te lo pedí para comprar cervezas.

—Shit! ¡Qué menso! Te los hubiera pedido por otro concepto. ¡Menso, menso, menso!

Silencio.

Pudorosos puntos suspensivos.

Me hice un sándwich y me puse a ver fotos de Milla Jovovich. De pronto la computadora hizo:

“¡Klung!”.

—Oye —me dijo Dayrí.

—Sí, dime, Dayrí.

—¿Te digo una cosa?

Uf, pregunta retórica, si no le contesto nunca me dice:

—Sí, dime, Dayrí.

—Eres raro.

—Uf, eso duele, Dayrí, sobre todo viniendo de una persona tan normal como tú.