Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Me molesta tanto que te hagan daño, señora de los sueños bonitos en los que mi alma se vuelve arabescos de púrpura y de bruma, de púrpura y de bruma, de los sueños dorados que buscando, una tarde en las montañas los sueños de tus ojos, desesperan.
Tú, paloma herida, señora de los sueños infinitos donde nuestras almas se vuelven armonías, las flores en las calles vacías que te van imaginando.
Porque eres una dama las canciones, cual grana de la tarde entre tus ojos, se reflejan.
Señora de los sueños infinitos: tenme piedad: no malvendas tu corazón, no lo malbarates.
Mi anhelo es una hoja atormentada en el viento por los dedos que tocan de las rosas y la hierba las cuerdas del violín: violín que te sueña en los espejos de las aguas.
Señora: mujer hermosa, incomparable.
Señora de los sueños infinitos.
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