El pesado oficio de ser un dios

el pesado oficio de ser un dios

Por: Elko Omar Vázquez Erosa

—Lo etá eperando, lo etá eperando, uno huevo con tocino, chico, el deayuno rico, rico, así que levántese el señor que la señora anda encabronaa —dijo mi mayordomo, Ulomoco.

La gente podría mostrarse confundida porque, según se sabe, mi mayordomo es Alfred, pero los hechos que relatamos a continuación ocurren en una dimensión alternativa, en tierra ABZX35-472-A8, donde soy un novelista de mucho éxito y me he casado con la mismísima Britney Spears, además de que el presidente de los Estados Unidos, donde actualmente radico, es Hugo Chávez.

—Dame un momento, Ulomoco, porque la fiestecilla de anoche estuvo tremenda.

—Le dije, chico, que no anduviera de coqueto y facilito con la pechugona esa, que bien me lo ha advertio Papá Legba.

Demonios, todo me daba vueltas, pero conseguí arrastrarme hasta el baño donde me lavé los dientes con un vasito de vodka que me quedaba y, luego de una íntima sesión con el bidé (ya que no traía ganas de bañarme) me mojé la cara, apliqué algunas gotas de perfume, algo de gel, y ya estaba listo para la entrevista con Oprah Winfrey, quien quería conocer todo acerca de mi libro “Cantos de vampiros”.

Bajé las escaleras de madera clara, crucé la sala y llegué a la cocina donde Britney, mi mujer, efectivamente estaba encabronadísima. Ella seguía utilizando esa ridícula peluca color zanahoria luego del panchito que me hizo por haberme ausentado unos meses con Liv Tyler, hecho que le llevó a raparse después de convocar a todos los medios de comunicación.

—Mi amor, buenos días.

Le di un beso: olía bien.

—Elko, necesito 20 mil dólares porque voy a salir con unas amigas a una fiestecita.

—Mi amor, pídeselos a Ulomoco —contesté mientras daba cuenta de unos deliciosos huevos con tocino, acompañados de un pan tostado que unté generosamente de mermelada.

—Alice Cooper te dejó unos folletos sobre estudios bíblicos, espero que ahora sí los leas.

¡Por Satanás!, otra vez jorobando con su propaganda cristiana. Ese cabrón ya me tenía harto. Britney volvió al ataque:

—Mi amor, ¿por qué ya no sales con Alice a jugar golf? Yo sé que es un amigo que te conviene. Hazlo por mí, querubín, ¿vale?

Britney se puso melosa… bueno, así por las buenas ni quien diga nada.

—Está bien, mi amor, el próximo fin de semana me voy con Alice Cooper a jugar golf —dije mientras me servía un poco de vodka en el jugo de naranja y conseguía pasar cuatro pastillas de advil.

Britney se puso muy contenta y me dio un beso, bien tronado.

¡Maldita sea! Las cosas que tiene uno que hacer para mantener a su mujer contenta.

 

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