Por: Elko Omar Vázquez Erosa
El comandante Ylvar Schnarck, jefe de la muy desprestigiada Flota Interplanetaria 725, se encontraba bien pedote en una de las tantas lunas del planeta Yorg cuando recibió una llamada por parte del comodoro Sschvrill Rufaglarv, quien le ordenó:
—¡Animal! ¡Despiértate, maldito! Espero que estés lo suficientemente sobrio para cumplir una misión que he decidido encomendarte.
El comandante Schnarck consiguió incorporarse, le dio un trago a la botella del whisky púrpura de los mares de Adrrel Fvsfar y luego de encenderse un cigarrillo de la hierba roja de las pampas del planeta Klordarf se recompuso y dijo:
—¡Señor comodoro, a sus órdenes!
—Mi hijo Rasglarvarftrond tiene un proyecto en su clase de ciencias y luego de manipular genéticamente a unos simios para que desarrollen una inteligencia rudimentaria ha conseguido unos especímenes bastante curiosos, pero el maldito profesor lo va a reprobar porque al parecer el mugroso planeta carece de luna y los simios no pueden desarrollar una poética apropiada. Necesito que me hagas un favor porque me voy a un crucero de placer por la Vía Láctea y me será imposible sacar este asuntillo.
—Señor, a sus órdenes —dijo el comandante Schnarck ya que no le quedaba de otra más que hacer ese tipo de encargos chafas toda vez que el comodoro lo solapaba en sus vicios y en su irresponsabilidad.
—Quiero que te lleves la luna viejita que se encuentra orbitando en Yorg y la dejes en el planeta 860264859MG.
—Considérelo hecho, señor.
—No me vayas a fallar, cabrón —dijo el comodoro, y colgó.
Con una mueca de fastidio el comandante Schnarck accionó los controles para acercarse a la vieja luna, misma que enganchó con un cable de la aleación metálica 753W87123 y procedió a remolcarla.
Y es que ya se sabe que la luna es un satélite artificial, según afirman los científicos rusos Mijail Vaisin y Alexander Shervakov, quienes lo han determinado porque sólo el 30 por ciento de sus componentes coincide con los de la tierra, su antigüedad es de unos diez mil millones de años (contra la antigüedad de cuatro a cuatro mil 500 millones de años de los planetas de nuestro sistema solar) además de que antiguos escritores como Aristóteles, Plutarco y varios poetas olvidados hablan de una época prelunar.
Y fue así como el comandante Ylvar Schnarck se trajo la luna a fin de que los poetas pudiéramos cantarla y que hubiera mareas apropiadas.