Por: Elko Omar Vázquez Erosa
I
La habitación desordenada, las navajas de afeitar —llenas de sangre— sobre la mesita de noche; escucho mi respiración mientras mi cuerpo yace en el agua de la bañera. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
I
La habitación desordenada, las navajas de afeitar —llenas de sangre— sobre la mesita de noche; escucho mi respiración mientras mi cuerpo yace en el agua de la bañera. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Satanás estaba cagado de la risa: el panzón engreído se había presentado como un discípulo de Talleyrand (a quien por cierto su oscura majestad temía) y como tanto lo había hecho reír le permitió que volviera al mundo para atormentar a los pobres ciudadanos de Rancholandia. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
La ociosidad es la madre de todas las artes, según reza el adagio.
Lo cierto es que me habían reprobado y sólo tomaba dos clases en la Universidad. No tenía dinero, pero mi amigo César Alonso González Caballero me hacía fuerte y todas las tardes llegaba con dos canastitas —lindas como tiestos de flores— en las que tintineaban alegremente 12 envases de cerveza, que inmediatamente procedíamos a llenar en el expendio de bebidas espirituosas más cercano. Seguir leyendo
Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Parece que en nuestros días hemos perdido algo de la inocencia que durante siglos había caracterizado a la humanidad. Nos hemos vuelto unos seres pasivos, meros tentáculos de la televisión o de nuestros centros de trabajo. En este orden de cosas, ¿dónde queda la imaginación? ¿Y el goce estético? Seguir leyendo