Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Tu voz me recuerda al viento, irreal y sin embargo… Vivo, palpo tu imagen y cada vez descubro una nueva sensación, como al bailar muy juntos, o al disponernos a viajar: El sabor de un tabaco selecto, un vino extranjero y añejo, una melodía —todo— y nada en ti.
Caminamos, las hojas crujen bajo nuestros pies. No hay pájaros que canten; en cambio, lo hace el viento… y sonríes, pero nunca dices ni una palabra. Hay algo que no me gusta en tu lánguida sonrisa, pues tú sabes…
—¿Que me amas?
La tarde va rociando las piedras con sol y entre los dorados matices, entre las espigas que se rinden, a veces creo…
—¿Que me miras?
Lágrimas, tomo tus manos y cierro los ojos. Al abrirlos, sólo polvo y fragmentos de hojas secas que escapan por entre mis dedos. ¿Dónde estás? ¿Qué te has hecho? Acaso… Ahora recuerdo.

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