Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Cuando aprendías a pintar tus labios
—cuando apenas, apenas aprendías—
y los secretos de los hombres,
no te importaban las lecciones del maestro.
Sólo tenías ojos para la ventana,
para sueños dibujados entre cerros,
y los desvelos ocasionados
por las horas que perdíamos en el aula,
muy pronto se desvanecían.
Era tu luz de inocencia maldita,
dorados rizos de muñeca Antigua
rasguñando el aire con deseos de libertad,
presagiando cómo decidió la rueca
separar nuestros linderos.
Modelo: Janet Vera.