Por: Luis Arcas González
9 de julio de 2019
Me da que en España hay demasiados periodistas.
Creo que son los que ponen la bomba y prenden la mecha.
De todos se salvan unos pocos, pocos.
Entiendo al periodismo como la forma de contar lo que pasa de una forma objetiva para que la gente conozca lo que está pasando; contarlo de una forma que induzca a pensar al receptor de la información que alguien tiene razón y otro está equivocado, pienso que no es periodismo, solo publicidad recompensada o ideológica personal.
Y ahora un chiste:
Suena el timbre y el hombre piensa:
—¿Será una vaca?
Abre la puerta y era el que lee el contador de la luz.
La gracia, para los que no lo han entendido, es que otras veces sí era una vaca que le gustaba saludar a ese señor.
¿Verdad que tiene mucha gracia?
Yo es que me trocho con mis chistes.
9 de julio de 2019
CONSULTORIO DE LUIS ARCAS PARA MUJERES DESESPERADAS.
9-7-19
Consulta
Mi maravilloso Luis:
Te quiero, te amo con todas mis ganas por lo que haces por nosotras, las desesperadas.
Te cuento:
A lo largo de mi larga vida (tengo ya 30 años y aún todo en su sitio) he tenido varias parejas formales (unas 35) y con ninguno de esos hombres he llegado a sentirme mujer querida.
A todos, cuando pasaba una tetona por nuestro lado, se les iba la vista al canalillo y me hundían, que yo lo tengo estupendo y ya la liaba.
¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo mantener a un hombre a mi lado? Soy guapa, con un cuerpo que todos los hombres desean. ¿Qué pasa?
Espero tu respuesta, siempre sabia.
Firmado: La estupenda de la muerte que no consigue a un hombre para siempre.
Besos
Respuesta:
Hola mi estupenda de la muerte que no consigue un hombre para siempre.
Te podría contar la prehistoria de cómo se formó la familia pero es muy largo y solo te aconsejaré.
Dices que tienes un canalillo y un cuerpo espectacular y lo creo. También otras mujeres son atractivas y van por ahí diciéndolo con sus vestidos, sus actitudes y sus miradas.
El hombre, ese cautivo de la civilización, no puede evitar continuamente sus instintos y es inevitable que a veces se le vaya la mirada.
Solo puedes consentirlo o ignorarlo, hacerte la tonta.
Los perros que ladran son los que menos muerden.
A ti, con tu canalillo y tu cuerpazo, te miran muchos hombres y te place.
Espero que no tengas una pareja celosa que cada vez que te miren se enfrente y te eche la culpa a ti.
No seas celosa y deja a tu pareja que mire con respeto: lo hacemos todos.
23 de julio de 2019
1 de abril de 1945
Johan Struguer, consejero de Hitler, se había convencido desde hacía meses que habían perdido la guerra y, a pesar de seguir junto a él cómo hombre fiel, se preparó para huir.
Creó un comando secreto al que aleccionó cómo si el mismo Hitler fuera el que les daba instrucciones.
Llenaron un camión con cajas que contenían diamantes robados a los judíos en su exterminio y salieron escoltados hacía un aeródromo a 50 kilómetros de Berlín y montaron su carga en un avión que les esperaba.
Los pilotos tenían la orden de llegar al sur de España y lanzar la carga en paracaídas en un punto concreto y así iniciaron el vuelo y allí se dirigieron.
Él, por su parte, unos días más tarde, se montó en un coche de un convoy militar, fuertemente armado, que lo trasladaría hasta Dresde donde otro avión lo llevaría al encuentro de su tesoro.
Allí murió: una compañía de tanques rusos T-34 los atacaron y los masacraron; mientras tanto el avión con las cajas de diamantes llevó a término su vuelo y dejó caer la carga en el sitio indicado.
Johan Struguer había estudiado bien el sitio de la caída: era una antigua cárcava excavada por los romanos en un lugar de los más despoblados de Europa.
Y allí quedaron esas cajas.
Los años y el clima las taparon con polvo y arena y, pasados todos esos años, llegué allí por casualidad.
Conducía desde Córdoba a Coruña y me apeteció hacerlo por Extremadura, que siempre me encantó, y fui por carreteras comarcales.
Verano, agosto, tres de la tarde, me equivoco de ruta y me encuentro en un camino de tierra: pienso que serán solo unos kilómetros y sigo.
Más adelante camino de piedras y después camino de cabras.
Una piedra impacta en el carter de aceite del coche, lo deforma y empieza a rozar con la bomba de aceite: ruido de metales peleándose y calentándose el motor.
Paré, me bajé del coche y miré: cerros y cerros me circundaban.
Resignado a mi suerte empecé a andar sin saber muy bien hacia donde.
44°C eran un aliciente para encontrar pronto un refugio.
Extenuado vi a lo lejos una cárcava que podría darme sombra y tal vez agua y allí me dirigí.
Un rato sin sol me alivió y miré a mi alrededor: algunos árboles, matorrales en abundancia y mucha tierra y polvo. Decidí, con las pocas fuerzas que me quedaban, inspeccionar ese entorno buscando sombra y agua.
En un punto había un montón de chumberas rebosantes de higos chumbos y los cogí, les quité sus espinas rozándolos con los pies en el suelo y me dieron la vida.
Ya más tranquilo e hidratado observé entre un montón de tierra la esquina de lo que parecía una caja.
Bueno, no quiero alargar más el relato.
Que encontré los diamantes y por eso soy rico y vosotros no, so envidiosos.