Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Los rincones helados de la noche
atesoran la imagen fugitiva
de la dama silenciosa que sueña
playas distantes y desconocidas
cuando la lluvia imprime su tristeza
orlada con rumores y cristal,
con vagas resonancias de unas alas
anunciando la muerte y el invierno,
celebrando la belleza atrapada
por sólidos carámbanos de llanto,
gélida llama de páramos blancos
si del viento las sombras estinfálidas
recuerdan el sendero del sepulcro
cuando las voces tiñen la memoria.

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