Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Se dice el pecado; pero no el nombre del pecador, salvo por sus iniciales: los que tengan ojos para ver, que vean, y los que tengan oídos para oír, que oigan.
JLG fue comisionado para hacer un reportaje de fondo sobre el hospital neuro psiquiátrico de la ciudad de Chihuahua y El Heraldo de Chihuahua fingió su internamiento, por esquizofrenia.
Hicieron la hoja, firmada y sellada por uno de los psiquiatras más prestigiados de esta ciudad y lo internaron.
Como a los tres días JLG se sentía que de veras, que de verdad se estaba volviendo loco, y decidió revelar su identidad:
—¡Sáquenme de aquí! —le dijo a la enfermera—. Soy un reportero de El Heraldo, de Chihuahua. ¡Háblenle al director! ¡Díganle que me saque de aquí, porque estoy perdiendo la cordura!
—Si, m’ijo, sí —le respondía la enfermera mientras preparaba una jeringa, con una aguja espantosa.
—¡Suéltenme! ¡Suéltenme! ¡Maldita sea! ¡Soy un periodista!
—Sí, mi rey, si.
Y lo inyectaban.
Desde entonces se le agrió el carácter y jamás se escribió el famoso reportaje de fondo así que yo, como un mero favor personal, les ofrezco este pequeño resumen.