Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Como los árboles —transidos de sombras y silencio, de soles desvanecidos y de fantasmagóricas primaveras— las palabras; en eco transfiguradas las viejas promesas que imitando ánimas en pena de mi casa recorren los salones deslucidos al pronunciar un nombre.
Otoño son los días, y las horas… hojas secas.
Abismo es mi alma y la luna un cráneo roto… esquirlas… fragmentos.
Otoño son los días que van imaginando senderos encantados —el sino del poeta— ladridos de los perros a lo lejos, horizontes azules y risueños.
El mundo es de los patanes.
Otoño son los días que van imaginando senderos encantados.
Otoño son los días.
Pesados cortinajes.
Ataúdes dispuestos en parajes lunares formando cadenas infinitas porque infinito es el dolor, porque infinitos son los granos del reloj de arena que habrán de sepultarnos en la muerte y el olvido.