Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Entre las sombras una pulsación comenzó a abrirse paso: yo me encontraba bien a gusto vacilando el punto con Britney Spears en una playa lejana mientras cantábamos:
Oh baby, baby
how I was supposed to know
oh pretty baby
I shouldn´t have let you go
I must confess, that my loneliness
is killing me now.
Don´t you know still believe
that you will be here
and give me a sign
hit me baby one more time.
En la playa había un templo grecolatino y en ese templo bailábamos, con Britney Spears presidiendo todo el asunto, el maestro Friederich Nietzsche, Honoré de Balzac, Cioran y Jesús Chávez Marín.
Estábamos en lo más suave del asunto, pero la maldita pulsación no dejaba de joder y me trajo a la vigilia: era el teléfono que sonaba.
Como sea ubiqué las chanclas que se encontraban en el piso, me subí los calzones (que por alguna desconocida razón tenía a la altura de las rodillas) y luego de darme un jodazo en la mesita de la sala conseguí contestar el teléfono:
—¿Aló?
Se trataba de mi amiga Adriana, a quien no había visto durante algún tiempo.
—Si, bueno, ¿Elko? Tengo que dejar unas clases en el Colegio del Sacrosantísimo Corazón de Jesús Redivivo, son como 13 horas de literatura y no sé a quién dárselas.
—Bueno, pues yo…
—Han sido muy claros, Elko, de que no quieren herejes ni paganos como tú.
—Ah.
—¿Sabes de alguien que se interese y llene el perfil?
—Espera.
Tomé mi agenda y encontré el nombre de otra amiga, le pasé el contacto. ¿Qué más podía hacer?
Lo malo es que ya no volví a soñar con Britney Spears.
Elko y Britney Spears se aman. En un mundo no crean ustedes que tan alternativo; con Elko Omar Vázquez Erosa, eso nunca se sabe de bien a bien.
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