Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Cuán fastidiosas se nos presentan las pequeñas pero múltiples obligaciones que nos impone la modernidad, ¿o debemos decir, postmodernidad malograda? Día con día nos vemos obligados a llenar nuestra cabeza con cientos de conceptos que en el fondo son pura basura, ya que no nos sirven para una mejor comprensión de las realidades inmanentes.
Con un espíritu artístico nos fingimos científicos y andamos por los caminos de la vida de mala gana, como una mula que apenas atina a moverse para evitar el golpe preciso y doloroso de una varilla en los cuartos traseros.
Después de caer de las alturas repetidas veces comienza a faltarnos la audacia de los ángeles de alas negras.
Trasegando fárragos y fárragos de conceptos absurdos, de información periodística, educativa, “cultural”, política y otros muchos que al cabo de unos días lanzaremos gozosamente al bote de basura (aunque después sea preciso recuperarla en los tiraderos).
A veces cierro los ojos y me imagino entre unas ruinas antiguas, cobijadas por el bosque y a las que invade la hierba.
Todo mi deseo reside en convertirme en un joven dios del vino, pletórico de risa y transido de presencias mitológicas.
A veces quisiera que la máscara del carnaval se volviera parte inseparable de mi rostro.
De acuerdo con Anne Rice el alcohol y otras sustancias fueron la verdadera causa para que surgiera la civilización, lo cual resulta irónico: el diablo disfrazado de libertad.
Puedo imaginar los espacios inmensos y exuberantes que debieron pertenecer a los antiguos. Ante los cambios del clima bastaba moverse de un lugar a otro para conseguir alimentos, siguiendo los trazos que dibujaban en el cielo las aves migratorias; pero el hombre anhelaba la ciencia de los ángeles y no podía conformarse con recolectar ocasionalmente el hongo y la flor que le abrían espacios secretos, aderezados de maravilla.
Sospecho que el fruto prohibido que Eva recibió de la serpiente era una calabaza rebosante del vino de los jinas, y entonces llegó el sudor en la frente, la forja del arado y las espadas…
Poco después los sacerdotes (constructores de ciudades, burócratas y asesinos de profetas) regularon el uso de todas las fuentes del delirio, sexo incluido… y la serpiente se reía.
Vino, tu nombre es Legión, tu nombre es Iridiscencia. Acaso y por una vez nos devuelvas lo que hace mucho nos quitaste… Salud.