Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Una promesa para dormir, el río que no me condujo donde deseaba
—la idea del suicidio convertida en un oso de almohada— y luego el rasgar de las notas que pretenden volverse una elegía. El barullo de la ciudad nos lleva lejos del núcleo —y es irritante— como el ladrido de un perro a mitad del poema.

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