Los oficios del sueño: XI

Por: Rafael Pérez Estrada

En el Club de Marinos Ilustres de Chelsea comía yo, junto a Lady Ollivier, cuando esta dama, contra todo protocolo, exclamó sorprendida, dirigiéndose a mí: Qué horror, ¿no ve qué extraño tatuaje hay en este bistec?, y al mirarlo, vi cómo en aquella carne no muy hecha brillaba en oscuridades de tinta y frito un precioso tatuaje de esos que exhiben los animosos muchachos de la Navy. Preferí, ante la evidencia, no hacer comentario y enfrascarme en el inesperado olor a cuerpo, mar y puerto que salía de aquel singular plato, y continué la charla como si nada excepcional ocurriera.

Pérez Estrada, Rafael. El ladrón de atardeceres. p. 34. Plaza & Janes. España. 1998. ISBN: 84-01-59025-6

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