Por: Elko Omar Vázquez Erosa
En sus horas secretas,
en los húmedos jardines,
presta a los rayos del sol
el deleite de la carne.
A veces me imagino
que habla con las flores,
que con mudos gestos
se vuelven cómplices
de microscópicas maldades.
Quizá,
en las profundidades misteriosas
del alma femenina,
las notas seductoras
de una música infantil,
soñadora y perversa.
El celoso vientecillo,
que ebrio de placer,
va a jugar donde las aguas
de la musgosa fuente.
Ella,
la figura perfecta,
poema en labios
del dios anciano
al que las eras
ablandaron al punto de sonreír,
con esa expresión de los abuelos
que todo lo consienten.
Ella,
sus blancos pies
tocando apenas
la piedra del camino.
Ella,
inventando torres
y escaleras de cristal,
contemplándose
en el cauce de los ríos.
Modelo: Janet Vera

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