Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Con los ojos brillantes
los cautivos de guerra
aguardan en el vientre
del muñeco de mimbre.
Aguardan el momento
que habrá de convertirlos,
al son de los tambores y las gaitas,
en una sinfonía de terror.
Impasibles, y entre las grises nieblas,
los druidas se aproximan
con teas encendidas.

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