Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Objetos silenciosos,
mudos testigos de un mundo perdido:
una espada hallstatica
con graciosas antenas en el pomo,
un escudo de bronce,
un trisquel grabado con gran maestría.
Los ojos asombrados
recorren lentamente
un torques exquisito,
las filigranas de un broche imposible
que acaso fue forjado por las hadas.
Dioses barbudos en vasijas de oro,
jarrones invadidos por zarcillos
—imágenes de ayer—.