Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Tras invadir Macedonia y Tesalia
el rey cuervo se dirigió a Delfos
en busca del prestigio y los expolios.
Apolo respondió al desafío:
con relámpagos y truenos,
con espantosas tormentas de nieve
y horribles terremotos
hizo retroceder a los guerreros;
pero Brennus, indómito
y al frente de sus huestes
fue a las ciudades de Epiro y Olimpia
para saquear los templos
de Zeus tonante, padre de los dioses
—ignoraba que la herida infligida
por Apolo, le costaría la vida—.
Bajo el acoso de los macedonios
y sintiéndose enfermo
dispuso la muerte de los heridos
con el fin de que el resto de sus hombres
evitara la furia de los dioses.
Una postrera mirada a su gloria:
Brennus contempló su yelmo dorado,
pieza de orfebrería rematada
por un cuervo exquisito y majestuoso,
luego ordenó que le trajeran vino,
y apuró la copa, y pidió su espada.