Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Anoche estuve, literalmente, en el infierno, con una sensación de intenso dolor y por eso sé que el infierno existe.
Quería dormir… pero fui cayendo al abismo, en un solo grito: el abismo era de un color púrpura y en el fondo yo estaba rodeado por demonios rúnicos: todos ellos tenía una piel púrpura, y estaban transidos de runas, de sellos y de notas musicales.
Sentía que alguien me apuñalaba, que me querían arrancar la columna vertebral, y los demonios me miraban con sus ojos vacíos, como los ojos vacíos de los dioses griegos en la antigua estatuaria.
Pensé que nunca debería haber abandonado la religión católica y que los dioses antiguos me habían engañado; pero ya era demasiado tarde y yo estaba condenado a una eternidad de dolor insoportable.
Alguien usaba uno de esos muñecos de ventrílocuo con las facciones de Thomas Karlsson: el muñeco decía, con una voz burlona, que ya me había explicado los qliphot; pero como soy un quejica lo entiendo, sin entenderlo bien.
Una niña corría por todos lados con una voz infantil, cantando, burlonamente.
Decía que los quejicas le echamos la culpa a los demás y que los quejicas no somos más que unos maricones, condenados a echarle la culpa al Universo de nuestras propias fallas, de nuestras propias cobardías.
Alguien me ha estado apuñalando toda la noche.
He visto la escena del árbol del alcaudón, de ese libro de Dan Simmons: el árbol estaba erizado de espinas y yo estaba ensartado en una de ellas, junto con un montón de cobardes que gemían, de puro dolor.
La niña se convirtió en una mujer y me miró, con sus ojos vacíos y, de alguna forma, cesó el dolor y me fundí con ella y me vi a mí mismo, desde los ojos de la mujer, rodeado de los demonios de las runas, quienes apenas me prestaban atención: yo me estaba apuñalando, yo era el que me estaba atormentando.
La luz púrpura se volvió un verde París, luego dorado y desperté, bañado de sudor.
La niña-mujer me ha dicho que el Universo no ha sido creado de una sola vez, sino que lo estamos creando, todos los días.
Espero haber aprendido la lección y que ya no se me olvide.