Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Apolo, mi legendaria torpeza
me enemistó con una dama linda,
como el bárbaro tosco
que maltratase, inadvertidamente,
con manos agrietadas y nudosas,
los frágiles pétalos de una rosa.
Profundamente herido
por el desprecio de Paloma Alina
vengo a pedir, señor de los poetas,
que intercedas por mi
ante las nueve musas:
ellas harán nacer de entre mis manos
jardines luminosos,
extrañas flores, voces fugitivas
que la hagan sonreír, una vez más.
Defiéndeme, señor,
de mi vieja vocación por la lluvia,
de aquellos días grises e invariables,
mendigos de sus ojos almendrados.

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