Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Entre las peores estupideces que un enamorado en etapa de cortejo puede realizar se encuentra la de mandar flores. Si al ingenuo lector le ha pasado por la cabeza cometer tamaña barbaridad originaria de la Edad Media, cuando los cruzados trajeron las rosas del Medio Oriente y muy probablemente fueron recibidos con un: “¡Estúpido! ¿Ése es todo el botín que le arrancaste a los paganos? Bien le decía mi madre a mi padre: ¡no cases a tu hija con uno de los condes de la Cerda, que son todos unos imbéciles!”, sería mejor que se pusiera a leer El ruiseñor y la rosa, de Óscar Wilde. Seguir leyendo