Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Desperté dentro del sueño: la luna antigua era más grande y más cercana, las calles, mal iluminadas con antorchas, permitían entrever sombras de gente lasciva que se emborrachaba y tenía sexo al son del harpa, la lira, el laúd y los tambores.
El aire seco del desierto traía un perfume de flores y un ligero toque a putrefacción de los cercanos canales de agua. Seguir leyendo