Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Hablan las luces apagadas
cuando el silencio es elocuente.
Exiliado, en una torre de marfil en medio de la mar, una torre que no viste. Se incendian los cielos, se derrumban los paisajes, los palacios de los dioses que murieron en la noche. ¡Carente de unidad!, no quiero que la haya: arabescos, garigoles, flores exuberantes y raíces que me abrazan; explosiones y tormentas; Roma en llamas, para volver a edificar. Respiro, roto en la arena, junto a los pedazos del último naufragio. Un canto me acaricia dulcemente, ¿y quién iba a pensar que guiaba hacia las rocas? El viento frío del norte obliga a refugiarse, una botella, un mensaje de ninguna parte. Ilusiones de los mares que llevan al viajero en una exhalación, que ya no van a regresar, pues se pierden en las aguas de un mundo cuyo sol languidece. Un lenguaje que no entiendo —lo presiento— dejá vù, yo ya estaba pero nunca estuve. ¿Tiene sentido luchar contra marea? No lo sé, tal vez lo sepas, pero ciego y por instinto me despido de la indecisión. Auto de fe, acaso haya una manera para que pueda decirme y decirte que no se debe temer la incertidumbre, que lo hace parecer todo tan delicioso.
Modelo: Janet Vera.

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