Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Yo me propuse compensar a mi aya
por mis actos salvajes e inmaduros
—monstruosos e indecibles—.
Imaginaba un cuaderno decente
que reflejara los buenos modales
—el catecismo— los albos esplendores,
pero los días lo fueron llenando
—inapelablemente— de poesía.
En palacios ruinosos,
transidos por violentos huracanes,
el espejo cuarteado se afanaba
con los tensos nudos de mi corbata…
Los días se llenaban de poesía,
las horas de problemas,
los minutos de ti…
y los mares furiosos
—ansiosos de indecencia—
tallaban su locura
en reflejos oscuros
de vino y lontananza.
Fondo musical: Chopin. Balada no. 2 en Fa Mayor, op. 38. (Frank Levy).
Fotografía: Flor García Rufino.

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