Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Y recogiendo sus propias entrañas
Cuchullain se dirigió hacia el lago
buscando apagar por última vez
la ardiente sed que sigue a los combates,
luego regresó al campo de batalla
donde se amarró a una columna
pues deseaba despedirse de pie.
Y del cielo tejido en escarlata
un cuervo se posó sobre su hombro:
era la Morrigan, para llorarlo.

Pulsar imagen