Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Acariciada por la espuma
la frágil nereida soñaba.
Mirando el paso de las naves
creía encontrar la respuesta
de los enigmas que graznaban
los abandos y las gaviotas.
¿Qué culpa tenía la niña
de los desastrosos naufragios
que siempre llamaba su canto?
Historias de playas borrosas
que registraban los antiguos.
Leyendas que un ciego poeta,
arrancando llanto a la lira,
cincelaba en sangre y arena.

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