Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Amar la tierra,
una tierra familiar
donde se pueda derramar
la propia sangre,
donde el viento acaricie
el tallo de la hierba
mientras nos vamos diluyendo.
Recordarás el ejercicio del poder,
escucharás derrumbarse el imperio
de las viejas soberbias,
pero nunca su nobleza.
Mirarás una tortuga
sumergirse en el agua,
temerosa de tus ojos, y sabrás
que otros ojos te miran
sin que conozcas sus intenciones.
Contemplarás el eterno paso
de las estaciones
y te rendirás ante la evidencia
de la carne, pero el león y la oveja
son de polvo y nadie los confunde.
Los hombres voltearán
hacia el horizonte:
uno se encogerá de hombros,
otro seguirá el sueño.

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