Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Nadie pasa por las calles del pueblo,
la penumbra se disfraza
en las casas encaladas
y la plaza, oscura y silenciosa
bajo los brillantes clavos del cielo,
iluminada con faroles,
muestra sentados en las bancas
los fantasmas de mi adolescencia,
en las puertas de la iglesia
y en el quiosco.
A lo lejos ladran los perros
y me llega a la memoria tu mirada,
tus pupilas negras y líquidas.
El cine
ya no atiende a los amantes
ansiosos por un rincón
donde puedan jurarse todo aquello
que luego se disuelve.